El presidente de la CEOE está entre la espada de los empresarios que no quieren firmar compromisos de subidas de salarios y la pared de la realidad del país: no repartir la riqueza --aunque sea mínimamente-- es poco inteligente.

Ponerse de perfil en la negociación del pacto salarial con los sindicatos tampoco es una actitud que tenga mucho recorrido, aunque se entiende que al final de su segundo mandato no quiera enfrentarse a sus colegas más cerriles.