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El presidente de Aena se equivoca del todo dejando pudrir el conflicto de Eulen, la concesionaria que presta el servicio de seguridad en El Prat, y sus empleados. Al final, tendrá que participar en la negociación.
Pero, mientras tanto, los usuarios perjudicados por el maltrato que reciben en el aeropuerto no están pensando en la compañía a la que Aena contrató para hacer ese trabajo, sino en la empresa de mayoría pública; en el Gobierno, en lo que los nacionalistas llaman el Estado.