Dolors Bassa
La consejería de Treball ha tenido que ser la que saque las castañas del fuego al Ayuntamiento de Barcelona para poner fin al largo conflicto del metro. Es cierto que a toro pasado las cosas siempre parecen más fáciles, y que la presión de los últimos puede haber convencido a más de uno.
Pero también lo es que el conflicto deja un poco tocada la imagen de sensibilidad social del equipo de gobierno de la ciudad.