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Además del frente judicial, que sigue su ritmo, el presidente del Gobierno parece enfocar su estrategia contra el desafío secesionista por la vía de los recursos económicos. La nueva vuelta de tuerca que supone estrechar el control del gasto de la Generalitat a un ritmo semanal añade presión a quienes juegan a la opacidad y ambigüedad de sus palabras y sus hechos.
Si de ello se deriva el corte de la fluidez del FLA, la Generalitat deberá explicar a los ciudadanos qué gastos ilegales ha cometido o por qué no facilita los datos que se le reclaman.