El presidente de Almirall, Jorge Gallardo, reconoció ayer a los mercados lo que viene siendo un rumor en los últimos meses: que el negocio del gigante farmacéutico catalán tiene problemas. Inició una expansión ambiciosa tanto en lo territorial como en el capítulo de adquisiciones que no da los resultados que se habían previsto.
Los mercados castigaron de forma dura la reducción del 10% de ventas previstas y los analistas pronostican un futuro no demasiado optimista a corto plazo del valor. Los Gallardo hicieron un ejercicio de transparencia al enseñar sus vergüenzas. Pero si se toma este camino, se debe llegar hasta el final.