El responsable de Empresa y Conocimiento de la Generalitat consiguió la unanimidad de las cámaras de comercio catalanas con su primer intento de renovar la ley que regulaba las instituciones. Pero en su contra.
Sin fisuras, las 13 organizaciones rechazaron de frente el primer anteproyecto de ley que presentó a finales del año pasado. Criticaron la falta de negociación del departamento para dar forma a una norma que su predecesor en el cargo, Felip Puig, debería haber aprobado en los primeros meses de 2014.
El conseller tomó nota de las críticas de unas entidades básicas para la dinamización económica territorial y empezó de cero. Ha aprobado una adaptación legislativa que, salvo sorpresas en la letra pequeña, permitirá renovar los órganos directivos de las cámaras. Se avanza de esta forma a un posible estancamiento de la norma por el procés. Un escenario que los afectados contemplan y critican por la urgencia de oxigenar las cúpulas.