Una cosa es jalonar un discurso de citas culturales y otra muy diferente, utilizarlas como cortina de humo para no responder a las preguntas. Oriol Junqueras optó ayer por lo segundo. A las preguntas del empresariado sobre el procés, la financiación o la inestabilidad que genera un referéndum unilateral, el vicepresidente de la Generalitat habló de mecánica cuántica, de Sócrates y la cicuta, de religión y de ciencia.
Lo hizo, además, en un tono desafiante, impropio de un gobernante que debe resolver problemas, no ningunearlos. Si pretendía ser simpático, no lo logró. Los asistentes al almuerzo de la Cámara de Comercio de Barcelona le castigaron con su indiferencia.