Que el conflicto de la estiba tiene una solución complicada es una obviedad. Encontrar una fórmula que satisfaga las exigencias de Bruselas, los intereses de la patronal y las reivindicaciones de los trabajadores del sector es algo parecido a lograr la cuadratura del círculo.

Sin embargo, la pugna se arrastra ya durante demasiados meses y no parece que el final de la misma esté cerca. Hasta ahora, todos los esfuerzos del ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, por superar el bloqueo han sido baldíos. Y este lunes ha empezado una huelga que se extenderá durante las próximas semanas.

Más le vale al señor ministro que se ponga las pilas antes de que el conflicto se enquiste y derive en una crisis que, por la peculiaridad del sector, afecte negativamente a la economía del país en un momento en el que cada décima de crecimiento del PIB es más necesaria que nunca.