No es de recibo que un cargo, público o privado, aproveche su condición y su puesto para contratar a su pareja. Pero lo peor es que ese uno dé (mal) ejemplo y permita que sus segundos sigan sus pasos y abran las puertas de sus puestos de trabajo a sus compañeros sentimentales. Y no uno ni dos, sino hasta seis.
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha abierto de par en par las puertas del Ayuntamiento de Barcelona al nepotismo y en el actual universo municipal de los comunes hay hasta seis parejas sentimentales. Está claro que la familia tira. El problema es que sea con fondos públicos. Y que los susodichos no entiendan el porqué de las críticas, cuando el rechazo al nepotismo ha sido siempre uno de los colores de su bandera.