Con discreción, sin falsas aureolas de poder, trabajando desde el back office y logrando resultados tangibles, Pau Herrera Fontanals deja a finales de junio la Asociación Española de Directivos (AED) al agotar los dos mandatos de tres años que la entidad tiene como límite estatutario para sus presidentes.
En tiempos en los que abunda el egocentrismo y la erótica del poder, Herrera ha mostrado cómo puede dirigirse una organización de líderes sin necesidad de utilizar los fuegos de artificio comunicativos o la hipermultiplicación en cenáculos de todo tipo. Le sustituye otro directivo de Barcelona en estado puro, el director general de Caixabank, Juan Antonio Alcaraz. El reto que deberá superar, el listón que sobrepasar, queda alto para el futuro presidente.