Madrid, desierta en la cumbre de la OTAN
Se auguraba un colapso monumental en Madrid los días que durara la cumbre de la OTAN con el Paseo de la Castellana o el de Recoletos cortados y con los hoteles del centro de la capital convertidos en búnkers sin un taxi que parar porque las paradas están inutilizadas. Las restricciones ciertamente se dejan sentir pero la amenaza de un gigantesco atasco circulatorio ha dejado a los madrileños en casa y a los miles de turistas que llenan hasta la bandera el aeropuerto de Barajas y la estación de Atocha moviéndose lo justo por la capital.
La M-30, habitual nido de atascos, está casi desierta la mayor parte de las horas del día, al igual que la M-40. En la foto se puede ver el cruce de la calle Príncipe de Vergara con López de Hoyos, una intersección que a las seis de la tarde de un día laborable solamente presentaba una situación como esta durante los momentos más duros de la pandemia. La Gran Vía --que vive en un colapso casi permanente-- también está desierta, como el resto de las grandes avenidas urbanas. De hecho, los laterales del Paseo de la Castellana están abiertos al tráfico rodado pero también en ellos los coches brillan por su ausencia.
Si Ada Colau ve los efectos colaterales que ha generado la cumbre de la OTAN en Madrid, con la desaparición de los vehículos de las calles de la capital, no sería de extrañar que cambiara su política contra el coche en Barcelona y pidiera repetidamente ser la sede de cualquier cumbre internacional.