Lorena Roldán es ya un recuerdo en la vida de Ciudadanos (Cs). Fue designada candidata por Albert Rivera antes del revolcón electoral, y fue avalada su candidatura por los afiliados del partido naranja en unas primarias. Su corta vida al frente del partido es ya historia porque las encuestas amenazaban con dejar como residual a la formación que ganó las elecciones autonómicas de 2017.
No lo ha tenido fácil. Tuvo que suceder a Inés Arrimadas y su predecesora tomó la pasada semana cartas en el asunto descabalgándola y sustituyéndola por Carlos Carrizosa. Fue rápido y la todavía portavoz de los naranjas tuvo que dar la cara ante los medios de comunicación para minimizar los daños. El malestar en el partido es evidente, pero nadie va a elevar la voz mucho. Algunos critican y otros tratan de encontrar en Carrizosa al salvador que necesitan para no perder más allá de la mitad de diputados.
Sin embargo, esta rapidez no consta en la imagen de los naranjas. Su sede en la barcelonesa calle Balmes sigue presentando una gran foto de Roldán en su entrada. Carrizosa todavía calienta el banquillo. Es lo que tiene tomar decisiones tan contundentes en medio del mes de agosto. Por eso, la sede de Ciudadanos sigue presidida por Roldán. El partido, ya no.