Gabriel Rufián ha entrado fuerte en el Congreso en esta nueva legislatura, en la que actúa como primer portavoz en sustituición de Joan Tardà. Su papel agitador de la anterior legislatura ha dado paso a otro más institucional, que no será sinónimo de blando.
El líder republicano marcó ayer un tono mesurado en su reunión con la portavoz socialista, Adriana Lastra, no exento de reprimenda a socialistas y morados por sus desencuentros. A diferencia de otras ocasiones, Rufián solo habló de iniciar la legislatura para impulsar el diálogo para solucionar el conflicto político, y se olvidó de líneas rojas. Es más, casualidad o no, Rufián no lucía en su solapa ningún lazo amarillo. ¿Mensaje o accidente?