Las redes sociales son ya determinantes para hacer política. Para enviar mensajes, para criticar al adversario, o para saber qué dicen de cada uno. De hecho, muchos líderes políticos eluden las entrevistas y las preguntas marcando su agenda vía twitter, Facebook u otras redes más seguras o encriptadas.
Algunos, eso sí, llegan tarde al mundo virtual, y llegan más por la insistencia de sus colaboradores que por voluntad propia. A las 10.53 del 2 de julio de 2019, el líder de ERC en Barcelona, Ernest Maragall, se modernizó y se apuntó a Telegram. Más vale tarde que nunca. Sabe que no le queda más remedio. Y que si desea seguir en primera línea, deberá buscar complicidades con un ciudadano que ya no responde a las señales de la llamada vieja política, aunque se trate, con el calificativo de “vieja” únicamente de los canales tradicionales.