Las relaciones entre Interior, la conselleria de Miquel Buch, y Presidencia no pasan por su mejor momento. La tensión que se vivió la pasada semana por la crisis de los lazos llevó a los Mossos d'Esquadra a retirarlos por mandato de la Junta Electoral Central. Desde la conselleria se vio en la actitud de Quim Torra insensatez porque puso a la policía catalana en primera línea del conflicto. Además, el coro mediático que jalea a Torra arremetió contra el conseller cuestionando su papel al frente de los Mossos. Desde la conselleria se afirma que el pulso fue baldío e innecesario.
En la toma de posesión de las nuevas conselleras de este lunes se podía cortar el ambiente con un cuchillo a decir de personas de otros departamentos que han asistido al acto. “Gélida frialdad”, afirman. Los equipos de Buch y de Torra no sólo no se hablaron, sino que, ostentosamente, se dieron la espalda. Mañana, en la reunión de Govern, Torra y Buch se verán las caras. La cuestión está en saber si Buch le dirá a Torra lo que dice en privado. El ambiente está tan enrarecido que hasta es posible.
No es la primera vez que Torra provoca una crisis con su consejero de Interior. En diciembre pasado, el president pidió de forma pública una purga entre los Mossos por sus actuaciones contra los violentos en las manifestaciones contra la Constitución el día de su 40 aniversario. Los grupos radicales reclamaron la cabeza de los mandos policiales responsables, y Torra se sumó. No hubo ceses.