El recién elegido presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, tira la casa por la ventana. Desde que ha llegado al cargo, las cosas están cambiando en la gran patronal española. Se ha adjudicado un “humilde”, según sus propias palabras, salario anual de 300.000 euros, más 50.000 variables y ha fulminado a los más estrechos colaboradores de Juan Rosell.

La limpieza de directivos que se habían incorporado con Rosell continuará en las diferentes secciones de la casa. “Son profesionales de reconocido prestigio, ajenos a los movimientos políticos de la casa”, apuntan fuentes conocedoras de la situación.

Garamendi no se queda ahí. Ahora ha puesto patas arriba la planta octava, donde está el despacho del presidente. Ha iniciado reformas porque “no le gustaba el despacho de Rosell”. Mientras las obras están en marcha, Garamendi mantiene su despacho de la CEPYME cinco plantas más abajo.