Un individuo empotró su coche en la puerta principal de la sede de TV3 de Sant Joan Despí adornado con una corona de tortell de reyes para quejarse amargamente de que la televisión publica catalana no daba voz a los Iluminatti. La noticia disparó el cachondeo en la sede del PDeCAT porque en el argot postconvergente los Iluminatti son Carles Puigdemont y su entorno de Waterloo, así como los seguidores hiperventilados en Cataluña del político huido. En el partido les han puesto el mote en recuerdo de la secta católica que raya en la violencia y que se considera guardiana de los secretos y las esencias vaticanos más profundos.
Desde ese punto de vista, decir que los Illuminatti no aparecen en TV3 es una solemne tontería, puesto que en la tele pública tienen una presencia continua y cotidiana. Más de lo que les gustaría a los neoconvergentes.