Ada Colau ya no cerrará el Zoo de Barcelona. Se comprometió en campaña electoral a cambiar el recinto de arriba a abajo y liberar a los animales, pero finalmente ha decidido proceder a una suave transformación que no se nota en nada. Los animales siguen encerrados, pero mejor cuidados, según la propaganda municipal.
El Zoo en su formato tradicional sigue siendo una de las atracciones preferidas de los niños de la ciudad y sus visitantes, al punto de que la alcaldesa no sólo ha olvidado sus reticencias iniciales sino que inscribió al mayor de sus hijos en las actividades del Casal d'estiu del Zoo, unas colonias urbanas en las que los niños aprenden del trabajo de cuidadores y veterinarios y se convierten en guardianes de la natura.
La percepción de Colau respecto al equipamiento ha cambiado de manera radical y lo que antes era una suerte de campo de concentración de animales es ahora un instrumento educativo de componente ecologista. Todo ello sin cambiar nada, salvo la perspectiva y las circunstancias familiares.