Las elecciones municipales como quien dice están a la vuelta de la esquina y la “madre de todas las batallas” será Barcelona. Sin embargo, hasta hoy sólo los socialistas y los republicanos tienen un candidato decidido por primarias --Jaume Collboni y Alfred Bosch--, mientras que Ada Colau sigue al frente de los suyos, pero con una sintomática pérdida de fuelle según los sondeos.
El resto de las formaciones son un mar de dudas. El PP y la CUP pueden quedarse sin representación, a tenor de las últimas encuestas, y además los populares, que están inmersos en una crisis nacional, autonómica y local de grandes dimensiones, siguen sin candidato. Los naranjas esperan que su mirlo blanco, Manuel Valls, les confirme que acepta la invitación.
O sea, que Ciudadanos sigue sin candidato al igual que Junts per Barcelona, la candidatura transversal que teorizó Ferran Mascarell para ampliar las fronteras del PDeCAT y ganar la alcaldía de Barcelona. La supuesta candidatura unitaria del soberanismo no contempla que ERC ni la CUP se cobijen bajo su paraguas --ambas lo han rechazado--, ni tampoco los independentistas que se agrupan tras la figura de Jordi Graupera, que han sido menospreciados por los chicos de Puigdemont.
Sólo el PDeCAT hace de tripas corazón, y aceptaría sacrificar a su candidata, Neus Munté, en caso de que la candidatura prospere. Para hacerlo, se necesita un candidato y Puigdemont ha recuperado la idea de proponer a la tertuliana de plantilla de TV3, Pilar Rahola. La propuesta está hecha y ella “se deja querer”, aunque no ha dado respuesta. Nadie duda de que estaría encantada de enfrentarse a Colau y a Valls, y esta no es la primera vez que se le ofrece volver al Ayuntamiento de Barcelona, donde ya fue concejal.