El independentismo sigue aferrado a una política de vaivenes. La pasada semana se auguraba rapidez en la resolución para formar gobierno. Se afirmaba, desde fuentes oficiales, que este lunes Roger Torrent convocaría a la Mesa y a la Junta de Portavoces porque ya tendría un candidato que obtendría los votos necesarios, ya que Carles Puigdemont y Toni Comín cederían el suyo ante la imposibilidad de que los cuatro diputados de la CUP variaran su decisión de abstenerse si el propuesto no fuera Jordi Sànchez. Se auguraba un presidente al final de semana tras un pleno que estaba previsto para el miércoles.
Pues no. Las cosas han vuelto a cambiar. A estas alturas, Torrent sigue sin tener candidato porque Junts per Catalunya no ha puesto ninguno sobre la mesa, con la argucia que Sànchez declara ante la Sala de Recursos del Tribunal Supremo por su apelación ante la decisión de Pablo Llarena de mantenerlo en prisión. La CUP no sólo no varía su posición de abstención, a pesar que JxCat les ha ofrecido una moción de confianza a media legislatura, e incluso aboga por el voto en contra si el candidato es Jordi Turull y Puigdemont y Comín no han dejado su escaño. De hecho, este lunes una delegación de ERC acude a Bruselas para convencer a Comín para que haga efectiva su renuncia. El exconsejero de Salud es reacio a dejarla porque si abandona su escaño perderá también su excedencia de ESADE.