Ada Colau visita de forma discreta los barrios de Barcelona y se reúne con los vecinos en pequeñas asambleas en un intento de tomar el pulso de los problemas sin recurrir a intermediarios. Es la que menos habla, y dedica la mayor parte del tiempo a tomar notas en una libreta.
En un rapto de sinceridad, el viernes pasado confesó en la Teixonera (Horta) que desde la oposición no se aprecian bien las dificultades que a veces entraña la solución de los problemas, que una vez en el mando se comprueba que Barcelona es enorme y que la maquinaria municipal también.
El desastre de las defecaciones callejeras de los perros es probablemente la principal fuente de quejas de los ciudadanos, aunque no hay que descartar que la alcaldesa diera el dato precisamente porque este mes de marzo está prevista la inauguración de un gran espacio --700 metros cuadrados- para un pipican en la zona. Los habitantes de este barrio de la montaña, aun lamentando el comportamiento de muchos de los propietarios de los animales, le aclararon que ése es el menor de sus problemas.