El sábado, la televisión pública catalana deleitó con un reportaje del 1-0, producido por Jaume Roures, y un programa especial añadido. El documental en cuestión –que ya había sido publicitado y emitido días atrás-- estaba muy bien, si descontamos el tufillo partidista que rezumaba. Horas más tarde, el lunes, ante la sentencia de la Audiencia de Barcelona sobre el caso Palau nos quedó muy claro que los malos, malísimos, eran Félix Millet y Jordi Montull, a la vez que supimos que CDC no tiene nada, pero nada de nada, que ver con el PDeCAT. Ayer martes, TV3 dio otra noticia. Los directivos alemanes residentes en Cataluña pedían diálogo entre Mariano Rajoy y Carles Puigdemont, se quejaban de la paralización de inversiones y se mostraban abiertos a una investidura telemática para reconocer los resultados del 21-D.
La KDF, Círculo de Directivos de habla alemana, ha desmentido esta información declarándose víctimas de “noticias falsas”. El presidente de la asociación, Albert Peters, dice en su nota que la entrevista “ha sido tergiversada de tal manera que se ha provocado la impresión que por nuestra parte sería aceptable una investidura telemática”, para remachar “en ningún momento he dicho tal cosa”, por lo que exige a TV3 “la rectificación de la noticia”.
El mismo martes, la televisión nacional catalana emitió un Sense ficció dedicado a Joan Manuel Serrat que fue editado con el propósito evidente de vincular al cantante catalán más popular de los últimos 40 años con el franquismo sencillamente porque se ha posicionado a favor del procés, sino que ha defendido mantener y mejorar los lazos entre Cataluña y el resto de España. Lo dicho, manipula que algo queda.