Ferran Soriano, CEO del Manchester City, anda preocupado --“mosca”, según relatan fuentes cercanas al club británico-- por la actuación protagonista de Pep Guardiola, su entrenador, en los actos para la promoción del referéndum del 1-O para la independencia de Cataluña.
Soriano y Guardiola comparten desde siempre su catalanidad y su ambición soberanista, pero el primero siempre ha mantenido un equilibrio entre su vida empresarial y las creencias políticas, y nunca ha traspasado la línea roja que pudiera suponerle problemas. Ese equilibrio lo mantuvo incluso en la crisis de la aerolínea Spanair, de la que fue presidente.
Ahora, como jefe directo de Guardiola, intuye la existencia de un alto riesgo por la intervención estelar del entrenador el pasado domingo en la plaza España de Barcelona, con un discurso incendiario y agitando urnas de cristal. Su pronunciamiento no sólo era de apoyo, sino que cargaba fuertemente contra España, su gente y su Gobierno. Una imagen que, según las mismas fuentes, tendrá fuerte repercusión en Inglaterra y será usada por los medios ingleses para politizar el club.
También está en la tesis de que Guardiola no es consciente que su rol de entrenador es contradictorio con la politización en cualquier lugar del mundo, ya que el Manchester City es una marca global que sólo toma posiciones en asuntos relacionados con el deporte en general y el fútbol en particular. Los valores del club, recuerdan desde el entorno de Soriano, no tienen nada que ver con procesos secesionistas, con acusar a estados europeos ni, por supuesto, con romper Europa.
Los 25 millones de contrato de Guardiola y la amistad con el CEO del Manchester City se han revelado insuficientes para mantener a raya a uno de los entrenadores de fútbol más eficientes del panorama deportivo en su pasión por una Cataluña “libre”.
Otros hombres de negocios de Barcelona opinan que Guardiola ha iniciado la toma de posición para intentar el asalto a la presidencia del Barça. Añaden que ésta es la mejor oportunidad posible para el deportista: demostrar su total compromiso con el procés y finalizar su contrato con el club inglés un año antes de que venza el mandato de la actual junta, liderada por Josep Maria Bartomeu y aquejada por todo tipo de problemas jurídicos.