La desenvoltura de algunos gestores de empresas que cotizan en bolsa es antológica. Un ejemplo lo brinda la farmacéutica catalana Laboratorio Reig Jofre, cuyo consejero delegado es Ignasi Biosca Reig.

Hace menos de tres años, la empresa vendió su gran fábrica de Toledo, por 4,7 millones de euros, a Reig Jofre Investments (RJI).

Patrimonial de la familia

Esta entidad está presidida por Isabel Reig López. Se trata de la sociedad patrimonial de la familia Reig, por medio de la cual controla el 74% de la farmacéutica.

Se da la circunstancia de que RJI ocupa la presidencia del laboratorio, mientras que el primer ejecutivo de éste, Ignasi Biosca es, a la vez, miembro del consejo de administración de la patrimonial.

Autoarrendamiento

Una vez formalizada la transacción, RJI arrendó las naves, sin perder ni un minuto, al propio laboratorio por 36.000 euros mensuales, durante un periodo de 10 años. La farmacéutica se ha reservado una opción de compra, “a precio de mercado más un 7%”.

Cuando venza el contrato, a ambos lados de la mesa de negociaciones se sentarán las mismas personas y, por descontado, harán lo que más convenga a los intereses de la familia. Es lo que se llama comportarse al estilo de Juan Palomo.

Crédito a su propietario

El intercambio de favores en el seno del conglomerado no se acaba aquí. Según los últimos balances, la industria farmacéutica tiene concedido a su propietaria RJI un crédito de 1,9 millones.

En 2016, el beneficio de Laboratorio Reig Jofre cayó un 12% y se situó en 7,6 millones. De las 13 filiales del grupo, siete experimentaron pérdidas, algunas de ellas muy abultadas. Figuran en esa lista, entre otras, las subsidiarias establecidas en Mónaco, Reino Unido y Singapur.