Las cámaras han traicionado al alcalde de Barcelona en funciones, Gerardo Pisarello, que esta mañana saludaba a Mariano Rajoy con un entusiasmo impropio e inusual de un revolucionario --¿antisistema?-- como él. La escena se ha producido en la inauguración oficial del Salón Internacional del Automóvil, presidida por el presidente del Gobierno, tal como manda la tradición de un certamen en el que participa el empresariado industrial más potente de Cataluña.
Pisarello, aparentemente deslumbrado por el carisma del político gallego, ha hecho un par de bisagras en su saludo, que no dejaba de ser puramente protocolario, como si hubiera tropezado con la reina madre. De Inglaterra, of course.