Sucedió hace un par de meses en Madrid. El fiscal general del Principado de Andorra, Alfons Alberca, y un séquito de fiscales y jueces de aquel país se trasladaron a España en una visita a la Fiscalía española de carácter de institucional ordinario.
Entre los diversos contactos que se establecieron en aquel encuentro protocolario destaca la reunión que Alberca y su equipo mantuvieron con el fiscal jefe Anticorrupción, Manuel Moix, y algunos de sus subalternos.
Según fuentes conocedoras de la reunión, a Moix le faltó bastante mano izquierda. El fiscal Anticorrupción recriminó a Alberca los retrasos y la falta de entente entre ambas instituciones, atribuyéndolo a la propia dinámica judicial andorrana. Los reproches y el tono utilizado subieron de temperatura hasta que el fiscal andorrano le paró los pies: "Oiga, en mi país mando yo".
Los presentes aseguran que la atmósfera del encuentro se tornó muy desagradable. Tanto que la juez andorrana Canòlic Mingorance, instructora del caso BPA, abandonó la reunión ante de que ésta finalizase.
Moix, haciendo amigos.