El pasado viernes, en el Pati dels Tarongers de la Generalitat, el Gobierno catalán en pleno firmó un compromiso conjunto para “organizar, convocar y celebrar” un referéndum de autodeterminación de Cataluña. Con este acto, se intentaba superar una etapa de aumento de la desconfianza entre los socios de la coalición JxSí y de enfrentamientos en el conjunto del mundo independentista. Se intentó poner un punto y final a la crisis, pero no parece que este objetivo se haya alcanzado.
Pocas horas después del acto en el Palau de la Generalitat, algunos consellers de Puigdemont manifiestan su malestar porque el presidente les ocultó hasta el último momento el contenido del “compromiso”. Para ellos, supone una “falta de confianza absoluta”.
En el PDECAT (antigua CDC) se respira un ambiente enrarecido. Consideran a Puigdemont un verso suelto que “va de por libre”. Y, como guinda, desautoriza a Junqueras en su propuesta de realizar una declaración de independencia en caso de que el referéndum no pueda celebrarse en una entrevista publicada este domingo.
De fondo, críticas al presidente desde sus filas. “Quiere hacer un referéndum, pero no sabe cómo”, aseguran en su propio partido. El acto épico del Palau no ha servido para amansar las aguas soberanistas.