La ministra de Sanidad, Dolors Montserrat, se ha resistido a reunirse con la patronal de la industria farmacéutica en España, Farmaindustria, en el inicio del mandato. Han tenido que pasar seis meses para que recibiera a la junta directiva de la organización empresarial, y lo hizo tras el consejo de ministros y junto a la Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria (FENIN).
La junta directiva intentó redefinir las relaciones entre el Gobierno y la industria. Pero según fuentes internas del Ministerio, Montserrat no considera ni prioritario ni relevante el rol de las patronales. Quiere evitar cualquier debate mercantilista de la industria farmacéutica.
Ha designado a su secretario de Estado, José Javier Castrodeza, como interlocutor único de la patronal. La percepción del Ministerio sobre Farmaindustria en los últimos años, y que se extiende en la nueva etapa, es que la organización es monotemática. Sólo manda peticiones en términos económicos. Reclama simplemente mejoras en los precios de los medicamentos y alertan de la pérdida de rentabilidad de las filiales en España.
“Parecen no entender la nueva situación”, se quejan los detractores de la patronal. Otras fuentes insisten en que Farmaindustria pierde peso específico incluso en el sector. Acumula quejas por las últimas iniciativas de transparencia con los pagos a médicos y ha sumado deserciones de socios importantes.
También se ha abierto un debate en la patronal sobre el valor final de su trabajo. Los afiliados se quejan de las altas cuotas que han devengado y cuestionan mantenerlas ante la bajada de márgenes a la que han tenido que hacer frente.
FENIN, con unos planteamientos más modestos, está mejor percibida por la Ministra. Montserrat valor su especialización tecnológica y la creencia generalizada que la salud pasa, y pasará cada vez más, por la innovación.