Los ministros del Gobierno español se han colado en la agenda catalana con la operación diálogo como telón de fondo. El objetivo es hacer más pedagogía en Cataluña contra el procés reforzando la presencia institucional del Estado en esta comunidad. Y es evidente que al presidente Carles Puigdemont no le gusta esa proyección mediática.
El pasado 4 de enero, el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, se reunió con el consejero de Territorio de la Generalitat, Josep Rull, y la consejera de Gobernación, Meritxell Borràs. Tras esa reunión protocolaria, protagonizada por el conflicto de Cercanías, estaba prevista una rueda de prensa conjunta de los tres cargos políticos. Todo estaba a punto cuando, de repente, los responsables de comunicación de la Generalitat amagaron con el plante de la parte catalana. “Órdenes de arriba”, dijeron.
Los periodistas ya estaban sentados y los atriles, preparados. De ahí que, finalmente, la Generalitat recapacitara y se percatara del revuelo mediático que implicaría la ausencia de los consejeros catalanes en el último momento.