Las fiestas del barrio de Bellvitge, en L’Hospitalet de Llobregat, se han convertido en los últimos años en una de las citas claves de la reentré política catalana tras las vacaciones veraniegas. Los principales partidos cuentan con una caseta, y sus líderes --incluidos los presidentes de la Generalitat-- la visitan aprovechando que siempre se celebran coincidiendo con la semana de la Diada.
El chiringuito de la antigua Convergència Democràtica acostumbra a estar situado al lado de la Peña Madridista. Sus responsables mantienen una relación correcta y la convivencia es ejemplar, pero desde que la formación que preside Artur Mas coloca en su puesto la bandera estelada que identifica al independentismo, los aficionados merengues han pasado a la ofensiva.
Los responsables de la peña siempre tienen a mano el himno de España para reproducirlo si algún líder independentista acude a la caseta del actual Partit Demòcrata Català. El pasado martes el consejero de Territorio del Gobierno catalán, Josep Rull, se paseó por la feria y visitó el chiringuito de su partido. El diputado de Esquerra en el Congreso Joan Tardà, que también estaba de visita, se sumó a la comitiva.
Al ver a Tardá, los madridistas quisieron celebrar su presencia con el himno español a todo trapo. Y, después, pusieron la conocida Qué viva España, del barcelonés de adopción Manolo Escobar. Los líderes independentistas lo encajaron bien y siguieron departiendo con los responsables de la caseta convergente, entre ellos su único concejal en L’Hospitalet, Jordi Monrós.