Artur Mas no lleva bien su “jubilación” política. A pesar de que se agarró a la presidencia del nuevo Partit Demòcrata Català (PDC) para seguir disfrutando de los focos, lo cierto es que el expresidente catalán está condenado al olvido. Ni siquiera su biógrafa, Pilar Rahola, le invita ya a sus juergas, pues Mas se convirtió en el gran ausente de la fiesta que la escritora ofreció en Cadaqués. Y eso que Mas estaba esos días en Barcelona, no en el yate de eslora y precio imposible del que disfrutó en Formentera.
Por otro lado, Artur Mas ha decidido este año acudir por primera vez a la manifestación independentista de la Diada, ahora que ya no tiene un cargo institucional. Pero su sucesor, Carles Puigdemont --que sí fue invitado por Rahola-- no parece hacer distingos entre cargos institucionales y de partido, y también estará presente en esa concentración, por lo que el protagonismo de Mas se verá mermado.
Sin embargo, el golpe más duro para el dirigente convergente ha sido el renovado apoyo de la CUP a Puigdemont. A él no le quisieron de presidente, pero al exalcalde de Girona le han dado una segunda oportunidad tras la investidura, prometiéndole apoyo en la cuestión de confianza.