Los indepes no están en su mejor momento. El estratega nacional, Francesc Homs, se ha dejado los dientes en su estrepitoso fracaso en las negociaciones en el Congreso. De golpe, ya sabe que la Cámara baja no es la ANC, lugar idóneo para el "quítate tu para ponerme yo". Carles Puigdemont sigue moviendo piezas para lograr el apoyo de la CUP en la moción de confianza de septiembre. Pero, la CUP le aprieta las tuercas cada día.
Los cupaires ni están en la Mesa del Parlament ni en el Govern y, por tanto, no han recibido la citación del Tribunal Constitucional, por lo que siguen sacando pecho. Los afectados, de momento, mantienen un discreto silencio. Discreción extensiva al vicepresidente, Oriol Junqueras, que no dice esta boca es mía en el desaguisado indepe.
Parte del precio del peaje que JxSí paga a la CUP para lograr su apoyo en septiembre ha sido que CDC/PDC se quede sin grupo parlamentario en las Cortes Españolas. Para más inri, ahora tienen que pedir a sus colegas y socios en JxSí de ERC que les hagan un hueco en sus respectivos grupos. Llevan tan mal el coste de su aventura que el presidente del partido, Artur Mas, echa mano de las conspiraciones para explicar las consecuencias de la deriva soberanista para el nacionalismo moderado: pérdida de votos, tanto en las autonómicas como en las generales, y camino a la marginalidad.