Pilar Rahola está enfadada con todo aquel que no sea capaz de ver que "la nueva Convergència liderada por Artur [llama por su nombre de pila al expresident para que quede claro que está en su círculo íntimo] será el partido central de la política catalana". La periodista, independiente como la que más, pontifica de esta forma ante todo aquel que la quiera oír. Para la musa del Conde de Godó, Artur Más está llevando a cabo un proceso impecable porque "Convergència sigue siendo un partido con fuerza en el territorio".
En conversaciones que todo el mundo puede oír porque su timbre de voz tiene varios metros de influencia, la señora Rahola carga contra los que critican el proceso de refundación del partido y les acusa de "tener una opinión preestablecida contra Mas". Rahola ahora es convergente de pro y se vanagloria de su relación con Artur. Eso ahora. Antes fue dirigente de ERC, se convirtió en tránsfuga no dejando ni su escaño ni su acta de concejal tras fundar el Partit per la Independència --formación que pagó sus deudas gracias al dinero de Fèlix Millet-- para luego hacerse arrumacos con Maragall. La incógnita es, si fracasa la nueva Convergència, ¿dónde recalará Rahola?