Los afiliados de los partidos políticos son más figurantes que militantes. Así se desprende de los datos de los últimos grandes cónclaves de socialistas, convergentes, de Izquierda Unida, de Podemos o los comuneros de Ada Colau. Los porcentajes de participación en todos estos partidos apenas llegan al 50% de la militancia --en Izquierda Unida votó únicamente el 28%-- al corriente de pago. Mucho se habla de democracia directa, pero algo no funciona cuando la propia militancia se pone de perfil.
El caso más singular es el de la CUP. Se puede estar afiliado a la CUP local y no estarlo en la nacional, participar a través de alguna candidatura de apoyo --Crida Constituent--, o solamente afiliado a la CUP nacional. Esta complejidad hace difícil el seguimiento de sus procesos, pero la asamblea del domingo pasado arroja datos curiosos. La Asamblea de Manresa agrupó a 1.254 cuperos, la de Sabadell a 3.030 --con autocares fletados incluidos-- y la de Esparreguera solo congregó a 435. Quizá este grupo es el núcleo duro de la CUP. O eso, o sus últimas decisiones han provocado una cierta desbandada, o es que ya no contratan autobuses.