Los Casacas Rojas son un club, un grupo de amigos, una especie de sociedad gastronómica móvil de Barcelona que durante un tiempo resultó singular y curiosa por su defensa de la excelencia culinaria. El tiempo, su proceder y su forma de actuar, sin embargo, han provocado que ya no sean vistos como un activo de los restaurantes que visitan. Al contrario, en algunos de ellos empiezan a mirarlos con distancia.
Uno de lo ejemplos de este malestar se produjo este pasado jueves por la noche. Los famosos chefs del restaurante barcelonés Disfrutar y del Central, de Perú, dieron una cena privada para un grupo reducido de amigos y clientes. El menú era una mezcla exquisita de lo mejor de cada casa y una profunda expresión de las raíces culinarias de los cuatro maestros y de sus respectivos equipos.
Los amigos y los clientes disfrutaron de la experiencia culinaria con normalidad. Un grupo presente en el restaurante, en cambio, daba la nota, y no solo por su uniforme color. Los llamados Casacas Rojas son un colectivo tan voluminoso como ruidoso. Aunque fueron colocados estratégicamente en la parte exterior del restaurante, junto a la entrada, la ubicación resultó insuficiente para tenerles controlados.
Su espacio se les quedaba pequeño e invadían todo el restaurante, y lo peor, también la cocina. Las múltiples fotos, los abrazos con los chefs, el bloqueo del pasillo central (que dificultaba la circulación del servicio) se repetía sin cesar. La principal seña de identidad que utilizan --un grito grupal al aire, “Festival”-- también sonó más de una vez.
No suficiente con esto, uno de los cabecillas del grupo, se supone el “Casaca Mayor del Reino”, se auto proclamó co-protagonista del evento y dirigió unas palabras al salón principal, junto con los cuatro famosos chefs.
Al habla con algunos popes de la gastronomía real para saber más de este grupo, el comentario es categórico: “Se creen lo que no son, y cada vez son menos bienvenidos a los sitios”. Otro añade: “Y pretenden imponer cosas especiales… ahora ya sólo los restaurantes emergentes les hacen caso”. Otros gastrónomos presentes y conocedores de las cuitas de los Casacas Rojas son más discretos en sus apreciaciones: “Dejémoslos, ya cansan…”