El salario del presidente de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) es el secreto mejor guardado del independentismo. Es tan secreto y tan inexistente que en un solo año, Jordi Sánchez ha decidido dejar el cargo. Parece que su nombramiento, aunque fuera perdedor en las elecciones --quedó el cuarto--, no ha sido un buen negocio. Lo deja pero ya está buscando trabajo de la mano de su amigo desde tiempos de la Crida a la Solidaritat David Madí.
Madí, otrora mano derecha de Artur Mas, sigue la política desde lejos, en las formas, pero en el fondo está dirigiendo la operación Salvar a Convergencia. Ante la posibilidad de que se repitan las elecciones y evitar un --nuevo-- batacazo de CDC en las generales, Madí mueve los hilos para convencer a ERC y formalizar una candidatura conjunta. Ante las reticencias de los republicanos, ha sugerido un líder de reconocido prestigio en el soberanismo, independiente y con liderazgo. No se lo creerán pero ese líder tiene nombre. Se llama Jordi Sánchez. Falta encontrar un sustituto en la ANC donde las aguas bajan turbulentas y los mamporros empiezan a aflorar. Se habla de Antonio Baños, el efímero líder cupaire, que lo niega por activa y por pasiva. De momento, solo falta convencer --una vez más-- a Oriol Junqueras porque Sánchez no le hace ascos a su nuevo curro de salvar a Convergencia.