Cuesta imaginar a Celestino Corbacho jubilado. Pero así es. Este extremeño de 66 años afincado en Cataluña desde muy joven, abandona la política dejando atrás una extraordinaria trayectoria que incluye 14 años al frente de la alcaldía de L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona) y dos años como ministro de Trabajo e Inmigración. Si algo puede compensar la dureza que supuso formar parte del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, cuando la crisis económica ya hacía estragos en el país, es la gestión municipal de este miembro de los “capitanes” del PSC. En L’Hospitalet se le recuerda mucho y bien.
Corbacho, que desde 2010 era diputado en el Parlamento catalán, mantiene el contacto con la vieja guardia socialista --se le ha visto compartiendo mesa con José Zaragoza en un restaurante italiano de la zona alta de Barcelona--. Hay mucho que comentar en estos tiempos convulsos para la política española, pero Corbacho lo hace con la tranquilidad que ahora le da la distancia.