El marido de Arantxa Sánchez Vicario sopesa denunciar a Javier Sánchez Vicario por agresión tras los acontecimientos que tuvieron lugar el viernes en el tanatorio de les Corts cuando el matrimonio acudió a dar el último adiós a Emilio Sánchez, el padre de la tenista, y se produjo un enfrentamiento con uno de los hermanos. José Santacana acudirá a la comisaría de los Mossos d’Esquadra para formalizar la denuncia por agresión.
Fuentes próximas a la familia aseguran que hay múltiples testigos que pueden acreditar la agresividad del hermano de Arantxa contra Santacana, cuando no había hecho más que llegar en un segundo plano detrás de su mujer y en un tono de total respeto a la situación familiar. La tenista salió de la instalación funeraria sin poder acceder a la sala en la que se encontraba el grupo familiar y apenas 20 minutos después de llegar. “Mis hermanos me han vetado, no quiero espectáculos”, dijo.
Mareo de la madre
La prensa ha informado extensamente de que la situación acontecida en el Tanatorio provocó el desvanecimiento de Marisa Vicario, la madre de Arantxa, Javier, Emilio y Marisa por el calentón del hermano mayor con su cuñado. Un servicio médico de urgencias hubo de intervenir. Todos hacen culpable a Santacana de las acusaciones de Arantxa contra su familia y le responsabilizan incluso de haber acelerado la muerte de su padre.
El libro de Arantxa contra su familia decía textualmente que no entendía como ella habiendo ganado mucho más dinero que su hermano Javier, tenía menos patrimonio y propiedades inmobiliarias
Un juicio curioso
Las mismas fuentes recuerdan que en el supuesto de que se llegue a juicio por la denuncia de Santacana todos los hermanos y la propia madre tendrán que declarar en contra de su hermano Javier y a favor del cuñado, ya que la condición de testigo implica decir la verdad. Según esas fuentes, eso significaría explicar que Javier se avalanzó sobre Santacana tan solo verlo entrar por la puerta sin mediar palabra.
Los escándalos familiares de los Sánchez Vicario, el panorama político actual y el destripe de los medios rosa convertirán el funeral en un acto muy privado sin apenas presencia institucional, muy lejos de la primera boda de Arantxa cuando la familia hizo desfilar a lo más granado de la sociedad civil catalana, a los grandes del deporte nacional y al propio presidente del Gobierno de la época, José María Aznar. Grandes tiempos de gloria que dejan paso a trifulcas judiciales de medio pelo, para sepultar el prestigio de una familia que no ha sabido estar a la altura de las proezas deportivas que convirtieron a una de sus integrantes en una leyenda mundial del tenis.