El Consejo de Colegios de Médicos de Cataluña ha perdido una ocasión de oro para mantener cerrado el pico. De paso, ha hecho un ridículo espantoso. Ocurre que, de unos días a esta parte, se están divulgando noticias alarmantes sobre un episodio de corrupción médica que se instruye en un juzgado de Reus.
Su principal protagonista es la empresa Traiber, fabricante de aparatos ortopédicos. De las diligencias practicadas, se desprende que esa firma expidió prótesis defectuosas que llegaron a colocarse a 3.500 personas. Ahora se investiga si para ello se contó con la connivencia, o al menos el silencio, del casi medio centenar de traumatólogos que las implantaron.
En esas andábamos, cuando el máximo organismo de los médicos catalanes emitió el jueves un comunicado que pone en solfa las actuaciones del magistrado. Le exige, entre otras cosas, que aclare si la imputación de hasta 47 cirujanos obedece a alguna infracción administrativa o bien a una acusación por daños a los pacientes. Además, eleva una enérgica protesta porque se hayan divulgado los nombres de los médicos, dado que "se pone en riesgo la confianza de los pacientes en ellos".
Por desgracia para los Colegios, a las pocas horas de hacerse pública su nota, los medios informativos daban cuenta, con pelos y señales, de los 'tarugos' que cada cirujano ha estado cobrando de Traiber. Esas cantidades, según revelan los papeles incautados a la empresa, llegan a suponer hasta un 25% de cada prótesis. A la luz de estos hechos, el juez instructor asevera en un auto que los partícipes de la trama se encuentran "en una posición criminal y procesal muy delicada".
En resumen, si los hechos se confirman, nos hallamos ante una corruptela como la copa de un pino, a costa de los pacientes, las mutuas y el sistema sanitario público en general. Pero lo más grave de este aborrecible escándalo, es que muchas de las prótesis estaban dañadas. El juez trata ahora de averiguar hasta qué punto los doctores conocían esa circunstancia. Lo cierto es que, en bastantes casos, hubo que volver a operar a los pacientes para sustituir los implantes.
En todo caso, parece claro que el consejo de los médicos se precipitó al entrar en liza en este magno entuerto. Nunca debió caer en un mal entendido ejercicio de corporativismo para defender algo que se va viendo que es indefendible. Si de verdad quiere velar por el buen funcionamiento de la sanidad, lo mejor es que calle prudentemente, se abstenga de propalar expresiones desafortunadas y deje que la justicia haga su trabajo. De lo contrario, se expone a incurrir en actitudes grotescas y estrafalarias, como ya ha acontecido. Hay días que más vale tener cerrada la boca.