Javier Godó, presidente y máximo accionista del grupo mediático que lleva su apellido, ha dimitido como vicepresidente de la Cadena Ser y abandona el consejo de administración del que formaba parte desde 2006. Su puesto lo pasa a ocupar su hijo Carlos. El Grupo Godó posee una participación del 18,37% en la Ser, la red radiofónica más potente de la península. El principal accionista, con un 73,50%, es el madrileño Grupo Prisa, antaño encabezado por la familia Polanco.
La Cadena Ser, pese a ser la de mayor audiencia, arrastra un pronunciado declive desde que comenzó la crisis y la publicidad se fue desmoronando año tras año. En términos de resultados, los últimos dos ejercicios han sido especialmente duros. En dicho periodo ha acumulado pérdidas de más de 18 millones. En el plano laboral, cien empleados tuvieron que dejar la casa y dejan la plantilla reducida a un millar de personas.
La recaudación por publicidad se recuperó el año pasado un 7%, tras seis ejercicios ininterrumpidos de caída en los que la empresa vio esfumarse más de una tercera parte de sus ingresos.
Para los grupos Prisa y Godó, la Ser fue siempre una fuente inexhausta de dividendos. Pero eso hace tiempo que se acabó. Esta es una de las claves, no la única ni mucho menos, que explican el fuerte deterioro que el conglomerado mediático del conde de Godó ha experimentado durante los últimos tiempos.