A la chita callando, Josep Maria Àlvarez sigue con su campaña para suceder a Cándido Méndez al frente de la UGT. La Federación de Servicios Públicos de Cataluña está contactando con otros territorios para explicar que la renovación de la vieja guardia ugetista está en la persona del secretario general catalán, que lleva en el cargo desde que presidió la Comisión Gestora en 1989. En este sentido, Àlvarez se está acercando a grupos de jóvenes del sindicato y a otros situados en la órbita ugetista para dar una imagen de "frescura y renovación".
Sin embargo, algo no debe funcionar porque los sectores que le apoyan están dejando caer a quien quiere oírles que, si Àlvarez no accede a la secretaría general de la Confederación, seguirá al frente de la UGT catalana. Su posible sucesor Matías Carnero no está por la labor y las relaciones con el PSC, que mantiene su influencia, son del todo mejorables. Todo parece indicar que Àlvarez se encuentra con inconvenientes no previstos y la "frescura y renovación" tendrá que esperar un poco más. Casi nada si contamos que el líder de la UGT catalana lleva 26 años en el cargo.