El consjero de Justicia, Germà Gordó, no está muy contento con Santiago Vidal. Más bien, está disgustado y, por momentos, cabreado. El ex juez y ahora candidato al Senado por ERC no para de dar disgustos al diputado en el Parlament y, todavía, responsable de Justicia en el gobierno de Artur Mas. Vidal se va presentando como el juez que se "inmoló por Cataluña" al participar en la confección de una futura Constitución de la República catalana, que al parecer nadie le encargó, y que le significó una sanción de tres años de inhabilitación por parte del Consejo General del Poder Judicial.
Con esta carta de presentación, Vidal, ni corto ni perezoso, inició conversaciones, por iniciativa propia y a espaldas de la consejería, con jueces para saber si podía contar con ellos como embrión del cuerpo judicial del nuevo Estado. Esta actuación fue la gota que colmó el vaso y "cabreó sobremanera" a Gordó, que tuvo que cortar de raíz estos movimientos hechos "de cara a la galería". Pero ahora, en medio de las negociaciones entre CDC y ERC para repartirse el gobierno, Vidal está dejando caer que aunque sea elegido para el Senado su vocación es volver y ser consejero de Justicia. El vaso ya se ha desparramado.