El Celler de Can Roca, el mejor restaurante del mundo, cierra los meses de agosto desde hace dos años. Dedica esas cuatro semanas a hacer una gira mundial de la mano del BBVA.
En las dos primeras ediciones de la tourné los tres hermanos de Girona han recorrido 120.000 kilómetros, han visitado seis países y han servido unos 100.000 platos.
El acuerdo sellado con el banco les permite diversificar su negocio y cuadrar su cuenta de explotación. Joan, Josep y Jordi, como el resto de los grandes cocineros, se emplean en otras actividades al margen de su restaurante para mejorar sus ingresos. Ellos no son partidarios de abrir franquicias ni segundas marcas, creen que son difícilmente controlables y que pueden dañar la imagen de excelencia de su casa.
No es ningún secreto que los locales más gastronómicos tienen unas plantillas tan extensas y unos gastos complementarios tan importantes que para hacer un buen negocio tendrían que fijar unos precios por menú imposibles. En concreto, el Celler de Can Roca tiene una nómina de 65 empleados para atender un comedor de 50 personas.
Cuando se les pregunta por qué eligen el mes de agosto –a priori, el más propicio para su negocio-, explican que si van a Latinoamérica allí es invierno, una buena época para las actividades que desarrollan.
Pero también es cierto que huyen de cierta presión. El mes de las vacaciones por excelencia se había convertido en un suplicio para ellos, que siempre llenan y que tienen una lista de espera astronómica.
Los ricos y pijos de Barcelona –y de Madrid- que veranean en la provincia de Girona quieren saltarse las esperas y presionan –“oiga, que soy fulanito”- para conseguir mesa el mismo día que llaman o para el siguiente. Con la gira han cortado en seco y se han quitado un peso de encima.