Mientas Volkswagen atraviesa la mayor crisis de toda la historia, que se ha cobrado incluso la cabeza de su presidente, Martin Winterkorn; Jürgen Stackmann, el flamante primer directivo de su filial española Seat, sigue muy preocupado por la situación política catalana y se ha dispuesto a la misión imposible de buscar el consenso y evitar el cisma.
El dirigente empresarial alemán está convencido de que no pasará nada, pero parece empeñado en lo imposible. La ultima iniciativa del capo alemán ha sido convocar a una cena privada en su casa de Barcelona a dos personajes tan antagónicos como David Madí, ex alto cargo de la Generalitat y de CDC, y a Luis Conde, el cazatalentos, embajador español de la marca y ex jefe de Esperanza Aguirre.
Junto a ellos asistió Marc Puig, el máximo responsable de la multinacional catalana de la perfumería. La cena fue más pacifica de lo esperado, aunque todos ellos mantuvieron sus posiciones publicas en casa del anfitrión Stackmann.
Primero tuvieron lugar los agradecimientos y la arenga de Stackmann. Todos los asistentes decidieron interesarse por Seat, halagar la gestión del anfitrión… todo menos entrar en materia. Madí, el más político de los comensales, confirmó la mayoría absoluta holgada que su antiguo partido confía en obtener, mientras transmitía a la par un mensaje de tranquilidad y de normalidad en la línea de que "nada ni nadie alteraría los intereses empresariales en general y menos de compañías tan estratégicas como Seat".
Conde y Puig, contrarios a la independencia, evitaron toda confrontación. De hecho, todos los asistentes habían sido invitados con sus respectivas parejas, lo que desaconsejaba entrar en materia y menos polemizar con la política. La educación y el respeto al anfitrión fue lo primero.