El consejero de Justicia de la Generalitat, Germà Gordó, ha justificado sus declaraciones de la semana pasada en la universidad de verano de Prada de tono pancatalanista como un modo de situarse en clave interna de la lista Junts pel sí, que aboga por la independencia de Cataluña.
Su mirada a los “Països Catalans” sorprendió a todos aquellos nacionalistas o catalanistas más moderados que consideraban a Gordó un eventual recambio de Artur Mas para refundar Convergència Democràtica de Catalunya. Desde diferentes ámbitos, económicos, políticos, jurídicos, Gordó había alcanzado el consenso de ser el político menos tocado por la euforia soberanista y mejor situado dentro del espectro político catalán en la llamada zona templada.
Sin embargo, Gordó ha soliviantado a sus defensores, además de provocar un terremoto político en las autonomías vecinas. A medida que varios de esos apoyos han pedido explicaciones al consejero sobre su salida de tono, Gordó insiste en que no se ha movido de sus tesis, pero que necesitaba realizar un pronunciamiento de estas características para dejar de ser sospechoso entre los suyos.
Así lo ha expresado en varias conversaciones el político convergente, que fuera encargado de las finanzas de CDC durante años y que está casado con Roser Bach, integrante del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) a propuesta del PSOE. Sus excusas, no obstante, no han acabado de satisfacer la curiosidad de sus interlocutores. En la mayoría de los casos entienden que su silencio hubiera sido más provechoso. “Si pretendía ganarse la confianza de los suyos ha conseguido sembrar desconfianza en el resto”, resumen.