Con la alcaldesa Colau disfrutando de las vacaciones en familia y en Almería, el Ayuntamiento de Barcelona ha quedado en manos de Gerardo Pisarello, alcalde accidental. Su dedicación le debe estar costando más de un disgusto. Este viernes, los pasajeros que salían del metro en la parada de Jaume I pudieron comprobar hasta qué punto hay tensión entre Pisarello y la asesora en materia de Vivienda Vanessa Valiño. ¿Y de qué discutían? ¿De la "idea" de expropiar los apartamentos turísticos sin licencia? ¿De la falta de medidas concretas sobre pisos sociales? ¿Del descontrol muncipal? ¿Del busto del Rey?
No. Pisarello y Valiño son pareja y el motivo de su agria y punto acalorada disputa era que el primero no quiere pasar ni dos días de vacaciones en Portbou, (Alto Ampurdán), mientras que Valiño exige como mínimo una escapada de fin de semana con los niños. Poco antes de las diez de la mañana ambos llegaban a sus respectivos puestos de trabajo con caras de manzanas agrias.
Los rigores de la política: horarios intempestivos (las diez de la mañana en agosto, qué sacrificio) y que Pisarello tiene que controlarlo todo en ausencia de Colau, que se ha pedido el mejor turno de vacaciones. Las responsabilidades de Pisarello son muy importantes. El jueves, sin ir más lejos, emitió un tuit en el que comparaba la bomba atómica de Hiroshima con los bombardeos de Barcelona en la Guerra Civil. Pisarello, natural de Tucumán, como la monja Caram, piulaba lo siguiente: "A Barcelona tb sabem el que són els bombardejos de civils. Amb #Hiroshima en el record #MaiMés".