Francesc Homs (Quico), consejero de Presidencia, se siente muy solo y asume en privado que está sufriendo el clásico deshielo de Mas. Él, mejor que nadie, sabe cómo actúa el jefe en estos casos, nunca derrocha simpatía y/o cercanía, ni con los más íntimos, pero es implacable en la toma de distancia con sus más próximos colaboradores, y también de los consejeros cuando caen en desgracia.
Confiesa a su círculo más íntimo --lo que ha llegado a ser casi una familia de las clásicas dentro del partido--, que es el hacedor de haber llegado a este punto, que él ha sido el inspirador y el instigador de todo… pero que lo ha hecho tan bien, que Junqueras, y todo ERC, se han cobrado su cabeza.
No obstante, las mismas fuentes intimas, aseguran que no se resigna a quedarse fuera, que fuerza la máquina para estar en contacto permanente con el President y marcar la estrategia, aunque gente de la talla de Joan Maria Piqué Fernández, el todopoderoso jefe de prensa y sombra física de Mas, le pone todas las trabas posibles, como muchos otros del entorno de Palau.
El partido no existe, el edificio está en plena mudanza a no se sabe dónde, no hay ambiente ni campaña que dirigir todo se lo cocinan entre Mas desde Palau, Junqueras, el calvoroto y el nuevo de ANC. Todos parecen abducidos, con su aureola mesiánica, por el momento histórico de ahora o nunca, pero una de las cosas que todos tienen clara es que no quieren dar aire, no quieren dejar ni un papel secundario, a Quico Homs.