El Barça de basket es un equipo de medio pelo. Vulgar. Inmerso en una dinámica derrotista, ni Joan Peñarroya, ni Juan Carlos Navarro y, mucho menos, Joan Laporta mueven ficha para solucionar la crisis. El Barcelona ya suma 25 derrotas en un curso horrible y asume que no ganará un título. Perdidas la Supercopa de España y la Copa del Rey, la Liga ACB y la Euroliga también castigan la fragilidad barcelonista.
El curso arrancó bien. El equipo, con más talento y más físico que el de la pasada temporada, tenía muchos recursos ofensivos y parecía que iría ajustando su defensa. Sin embargo, las buenas sensaciones se desmoronaron con la grave lesión de Laprovittola.
La baja clave
Sin Laprovittola, el Barça perdió seguridad. Y puntos. El argentino era el jugador más fiable en ataque, el encargado de solucionar todos los problemas en los momentos delicados. Sin él, comenzó el desastre.
El Barça fichó a Raúl Neto como recambio. El base brasileño, sin embargo, solo jugó dos partidos y en ambos se lesionó. Apenas estuvo siete minutos en pista antes de ser despedido.
Laporta se enfada
Más traumático todavía fue el fichaje frustrado de Heurtel. Avalado por Peñarroya y Navarro, fue desactivado por Laporta al comprobar el malestar de la afición barcelonista en las redes sociales por su pasado madridista.
Nicolás Laprovittola, jugador del Barça de basket, en un entrenamiento
Thomas Heurtel, durante su etapa como jugador del Barça de basket
Laporta, enojado, cerró la caja. El mensaje que le envió a Peñarroya era que debía espabilarse con los jugadores de la cantera. El técnico de Terrassa ni se inmutó, hasta las lesiones de Punter y Núñez, que dejaron el juego exterior en una situación de máxima precariedad. Bajo los aros también falta Vesely, mucho más solvente y fiable que Willy Hernangómez.
Dame Sarr
Peñarroya dio carrete a Dame Sarr, escolta italiano de 18 años, contra el Río Breogán. También ante el Tenerife, en la Liga ACB. También tiene a Raúl Villar y a Sayon Keita, pero tanto el base como el ala-pívot todavía están verdes. O así piensa el técnico de Terrassa, muy cuestionado, pero salvado por la precaria situación económica de un Barça sin cartera ni cantera.