Este pasado fin de semana, las jugadoras del Barça Femenino sufrieron un desplante que bien podría ser tildado de falta de respeto. Justo después de conquistar la Supercopa de España en la final contra la Real Sociedad, las futbolistas del conjunto culé se vieron obligadas a recoger de una bandeja las medallas que las acreditaban como campeonas. Ningún directivo ni el mismo presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, tuvieron el gesto de entregarles los metales tras su meritoria victoria en Mérida.
La precaria celebración del Barça Femenino contrasta con las opulentas celebraciones de una semana antes en Riad. En la Supercopa masculina, el Barça derrotó al Real Madrid por 3-1 y los jugadores culés fueron felicitados directamente por Rubiales, además de por otros dirigentes. Les entregaron las medallas como corresponde, con todos los honores.
Distinción entre masculino y femenino
La pregunta es: ¿por qué no se hizo lo propio con las futbolistas del femenino? Desde la Federación aluden a cuestiones de protocolo, y también de dificultad logística por la organización estructural del estadio donde se disputó la final. El caso es que la polémica ha cobrado especial protagonismo al coincidir con el conflicto latente en la Selección femenina, que afecta a nueve de las jugadoras que participaron en la final. Todas ellas, con un gran peso en el vestuario.
En esta coyuntura, se sospecha que el motivo real de los hechos es que Rubiales y compañía querían evitar algún tipo de desplante por parte de las jugadoras del Barça y la Real Sociedad. De las nueve jugadoras que están inmersas en la polémica de la Roja, siete forman parte de Las 15 que pidieron no ser convocadas con la Selección hasta que no haya cambios. Son Patri Guijarro, Aitana Bonmatí, Claudia Pina, Mapi León y Mariona Caldentey; y por parte de las realistas, son Nerea Eizaguirre y Amaiur Sarriegi. A todas ellas, que jugaron la final de este domingo en Mérida, se suman Irene Paredes y Alexia Putellas, en la grada por sanción y lesión.
Tanto estas futbolistas como sus compañeras, sin distinción, tuvieron que recoger la medalla de una mesa colocada a pie de campo. Cabe tener en cuenta que Jorge Vilda, seleccionador español y foco de la discordia de Las 15 con la RFEF, también estaba en el palco en la final. El técnico español estaba sentado una fila más arriba que Luis Rubiales, y no tuvo que saludar ni a Torrejón ni a Eizagirre en la entrega de los trofeos.
Los argumentos de la Federación
Pese a que no hubo gestos entre las futbolistas o miembros de la Selección, la crisis que se vive en el fútbol femenino español acabó salpicando al partido con este debate de las medallas, además de con tímidos cánticos de 'Vilda, dimisión' en el estadio. Para apagar el incendio, desde la RFEF se publicó un comunicado especial para aclarar la situación.
"En relación a la ceremonia de premiación en la Supercopa de España Femenina de este domingo, la RFEF quiere aclarar la siguiente cuestión. De acuerdo con los protocolos de premiación de la RFEF, y teniendo en cuenta tanto el elevado número de representación institucional, así como las infraestructuras para el acceso al palco desde el césped del estadio, el departamento de Protocolo decidió activar la ceremonia de entrega en el palco de la misma manera que se lleva cabo en la Copa del Rey: entrega de la Copa a la capitana del equipo campeón y entrega de medallas al equipo vencedor en césped/vestuario. Se trata de la misma ceremonia de premiación que se llevó a cabo en la última edición de la Supercopa Femenina en 2022", han sido los argumentos expresados desde la Federación. Sean o no válidos, la realidad es que la polémica en la calle --y en los medios-- vuelve a estar servida.