Lo que sucedió el miércoles en el Camp Nou ya forma parte de la historia del fútbol. Del deporte. Seguramente, de más que eso. 91.553 almas batieron el récord de asistencia mundial llenando el santuario culé para presenciar el Barça-Madrid de cuartos de Champions League, aunque lo cierto es que el resultado era lo de menos. Lo importante era sumarse a la fiesta, empaparse y contribuir a ella con mosaicos, juegos de luces, cánticos interminables y un griterío constante. Hacer ruido, en resumen. Y aunque se consiguió, la realidad es que queda mucho trabajo por delante.
La gigantesca brecha salarial entre el fútbol femenino y el masculino sigue vigente. Lo que debería ser una grieta imperceptible es, en cambio, un Gran Cañón que tardará décadas en igualar sus desniveles. Basta con echar una ojeada a lo que gasta el propio FC Barcelona en salarios para los primeros equipos de ambos géneros. Esta temporada 2021-22, el presupuesto en gastos de personal para el Barça femenino es de 5,261 millones de euros, de los cuáles 4,63 kilos son los que van dirigidos a abonar los sueldos de Alexia Putellas, Graham Hansen, Martens, Claudia Pina y las demás componentes de la plantilla.
Para el primer equipo masculino que entrena Xavi Hernández, en contraposición, los gastos previstos en salarios son de 290,254 millones de euros. O lo que es lo mismo: casi 60 veces más. Analizando el sueldo jugador por jugador, podría decirse que varios de los jugadores del Barça de Xavi cobran más ellos solos, al año, que todo el presupuesto anual que se dedica a la sección femenina. Gerard Piqué, que gana 28 millones brutos al año y está en el Top-5 mejor pagado de la Liga Santander, recibe cinco veces más dinero que toda la plantilla de Jonatan Giráldez.
50, 100 o 200 veces menos dinero
Para hacerse una idea de lo que cobran las culés, cabe destacar que la mejor pagada es Alexia Putellas, que percibe un montante de 150.000 euros anuales. Se trata del salario que gana en un mes un futbolista promedio del equipo, y no tiene por qué haber ganado el FIFA The Best, el Balón de Oro o ser considerado como el mejor en el deporte que practica, como sí es el caso de la catalana. Jennifer Hermoso es la segunda de la lista con 100.000 euros al año, seguida de Lieke Martens, con 95.000 euros anuales en su cuenta, y una Caroline Graham Hansen que recibe 80.000 euros al año.
Para dejar claro que la brecha salarial no sólo es una cuestión de sexos, es remarcable que el entrenador del mejor equipo femenino de Europa, Jonatan Giráldez, ostenta un salario que ostenta los 50.000 euros anuales, cien o doscientas veces menos de lo que cobran habitualmente los técnicos de grandes equipos masculinos en el viejo continente. Xavi, por ejemplo, estaría ganando 10 millones brutos como entrenador del Barça masculino.
Un negocio embrionario
La UEFA cada vez está incentivando más el fútbol femenino, pero avanza a pasos cortos en un desierto de cientos de kilómetros. No en vano el máximo organismo del fútbol europeo redistribuirá esta temporada 2021-22 un total de 24 millones de euros al fútbol femenino de Europa, cuatro veces más que la cifra anterior. Una apuesta económica que servirá para mejorar cualitativa y cuantitativamente a los clubes europeos. Pero si comparamos esa cifra con el pastel de 2.000 millones que reparte la UEFA a los equipos de la Champions masculina, cualquier atisbo de mejora suena a chiste.
No hay duda de que el mercado manda, y que el fútbol femenino es un negocio que se encuentra todavía en sus albores de crecimiento. Falta explotarlo mediáticamente al máximo, y además durante muchísimo tiempo. No se puede comparar, hoy por hoy, con una tradición masculina de más de cien años de historia, y que en todo este tiempo ha conseguido instaurarse como el deporte rey. A medida que la cantidad de mujeres integradas en el mundo futbolístico crezca, ya sea jugando, viendo los partidos, hablando sobre ello o animando a sus hijas a que jueguen... la rueda de mejora girará cada vez más rápido.
En una entrevista concedida hace unos días a El Mundo, Alexia Putellas dejó clara su postura. "La FIFA es el organismo que tiene que empezar con los principios de igualdad reales. Normalmente se habla del salario, pero para llegar a esa discusión antes hay que generar las oportunidades necesarias para que el fútbol crezca. Por ejemplo, promoviendo la igualdad en infraestructuras e inversiones públicas, como ha sucedido en otras disciplinas", dijo. Razón no le falta. Y lo que ahora parece una caminata infernal por la tierra árida, quizá en un futuro termine en paseo por los jardines del Edén. Donde Eva, a los ojos del Señor, pueda sentirse futbolista al mismo nivel que Adán.